Graciela Montes / Claudia Legnazzi
Cuando Ema oyó a su mamá llamarla “Emita”, supo que le pediría que fuera a comprar algo. Al llegar al mercado Ema se alegró, pues vio que sólo había dos personas antes que ella. No contaba con los abusivos de siempre, que no esperan su turno: la Señora que no tiene Tiempo que Perder, el Señor del Traje Verde, la Señora con el Perro en Brazos… Ema sentía que la rabia se le atravesaba en la garganta.
Entonces entró Emota, que era tan grande que alcanzaba a leer las etiquetas de las latas del último estante. Ahora sí, Ema estaba segrura de que la atenderían antes que a nadie.
Una nueva aventura de Emita y Emota en su lucha por hacer valer sus derechos.