Relato de Marcelo Valko / Ilustraciones de D. Mendieta
Después de Descubrimiento de América nos proponemos acercarnos a los pueblos originarios de nuestro continente para conocer su manera de relacionarse con la Madre Tierra. Es que Pachamama es más que una palabra o una idea: es un conocimiento cariñoso para compartir y habitar la Gran Casa que cada día nos alimenta y da sustento, y cada noche nos permite dormir y soñar. Una comprensión de la naturaleza de la que podemos aprender y, en la medida de lo posible, impedir el saqueo y destrucción de los recursos naturales que el capitalismo depredador genera a su paso.
Los que buscan vida en el espacio se olvidan de que los humanos no estamos solos. De tanto mirar por el telescopio a las estrellas no advierten que aquí abajo existen otras formas de vida y de estar-en-el-mundo. Compartimos el planeta con otros animales, con vegetales, con el agua, la tierra y el aire, donde nadie es más que nadie porque todos “estamos prestados los unos a los otros”, como dicen los náhuatl de México. Lo que cada uno hace afecta a los demás seres del planeta. Hay quien asegura que la caída de la hoja de un árbol estremece a todo el bosque. Y tiene razón… ¿Sabés por qué? Porque todo está relacionado, conectado entre sí, como si fuéramos miembros de una red gigante, de un gran organismo que nos protege y al que debemos cuidar.
En estas páginas te invitamos a un viaje sorprendente alrededor de la comprensión del Buen Vivir que practicaban los pueblos originarios para habitar nuestra única casa: la Pachamama.